El botulismo es una enfermedad grave y puede ser mortal. Sin
embargo, es relativamente inusual. Es una intoxicación causada generalmente por
la ingesta alimentos contaminados con neurotoxinas muy potentes.
Clostridium botulinum produce esporas
termorresistentes ampliamente difundidas en el medio ambiente, que en ausencia
de oxígeno germinan, crecen y excretan toxinas. Existen siete formas diferentes
de toxina botulínica identificadas con las letras A a G. Cuatro de ellas (tipos
A, B, E y ocasionalmente F) pueden causar botulismo humano. Los tipos C, D y E
provocan enfermedades en otros mamíferos, aves y peces.
La toxina botulínica se ingiere con alimentos elaborados
inapropiadamente, en los que la bacteria o sus esporas sobreviven y producen
las toxinas. Aunque es principalmente una intoxicación de transmisión
alimentaria, el botulismo puede deberse a infección intestinal en los
lactantes, heridas infectadas e inhalación.
Síntomas:
Los síntomas iniciales incluyen fatiga intensa, debilidad y
vértigo, seguidos generalmente por visión borrosa, sequedad de boca y
dificultad para tragar y hablar. También pueden concurrir vómitos, diarrea,
constipación e inflamación abdominal. La enfermedad puede dar lugar a debilidad
en el cuello y los brazos, y afectar posteriormente los músculos respiratorios
y los músculos de la parte inferior del cuerpo.
Los síntomas no son provocados por la bacteria, sino por la toxina
que ella produce. Por lo general se manifiestan entre 12 y 36 horas después de
la ingesta (con un plazo mínimo de cuatro horas y un máximo de ocho días). La
incidencia del botulismo es baja, pero la tasa de mortalidad es alta si no se
realiza un diagnóstico precoz y se dispensa sin dilación el tratamiento
adecuado (pronta administración de antitoxina y atención respiratoria intensiva).
La enfermedad puede ser mortal en el 5 a 10% de los casos.
Transmisión:
Clostridium botulinum es una bacteria anaeróbica, lo
que significa que sólo se desarrolla en ausencia de oxígeno. El botulismo de
transmisión alimentaria se produce cuando Clostridium
botulinum crece y genera
toxinas en los alimentos que se consumirán. La bacteria produce esporas
ampliamente presentes en el medio ambiente, incluida la tierra los ríos y los
mares.
El crecimiento de la bacteria y la formación de toxinas tienen
lugar en productos con bajo contenido de oxígeno y en algunas combinaciones de
de temperatura de almacenamiento y parámetros de conservación. Esto ocurre
mayormente en conservas de alimentos hechas sin las debidas precauciones y en
alimentos inapropiadamente procesados, enlatados o embotellados en casa.
Diagnóstico y tratamiento
Por
lo general, el diagnóstico se basa en la historia clínica y el examen clínico,
seguidos de la confirmación de laboratorio, especialmente para demostrar la
presencia de la toxina botulínica en el suero, las heces o los alimentos, o un
cultivo de Clostridium botulinum de heces, heridas o
alimentos. En ocasiones el botulismo se diagnostica equivocadamente, ya que
suele confundirse con accidente cerebrovascular, síndrome de Guillain-Barré o
miastenia gravis.
La
antitoxina se debe administrar lo antes posible tras el diagnóstico clínico. La
pronta administración es eficaz para reducir las tasas de mortalidad. Algunos
casos de botulismo requieren un tratamiento de apoyo, especialmente ventilación
mecánica, que pueden ser necesarios durante semanas e incluso meses. Los
antibióticos no son necesarios (excepto en caso de botulismo por heridas).
Prevención
La
prevención del botulismo de trasmisión alimentaria se basa en las buenas
prácticas de elaboración, en particular la conservación y la higiene. El
botulismo se puede prevenir mediante la desactivación de las esporas
bacterianas en los productos termoesterilizados (por ejemplo, en hornos de
esterilización) o enlatados, o la inhibición del crecimiento bacteriano en
otros productos.
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